SINGULARIDAD CUALQUIERA

Jornadas ¿Qué comùn ?

04/11/2016
María Martha Boccanera

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  SINGULARIDAD CUALQUIERA

 

                                                                                  Respetar la ruptura es un ejercicio de lo inhabitable.

                                                                       Experimentar lo inhabitable es un ejercicio colectivo, ya que

                                                                      poner en práctica lo inhabitable de un modo solitario es mortal[1].

           Hay que inventar figuras informes desde las que hablar[2]

 

La pregunta por lo común no es una curiosidad intelectual. Es una pregunta que sacude a quien se encuentra con eso que R. Lethier nombra como “la ruptura”.  Ruptura,  fractura de lo comunitario. En el límite de lo humano, en los bordes del lenguaje, la pregunta retorna,  y nos envía a explorar en los márgenes, a inventar otros modos de estar con,  a ensayar gestos que den lugar a eso de “la identidad no sature la vida”. Decirlo es más fácil que hacerlo. ¿Será posible producir un común (un estar-con) que no intente domar y adaptar las singularidades, fijarlas en los límites del individuo o del grupo identitario, y que entonces, permita alojar algo de la alteridad? Esa pregunta es -creo- la que da ocasión a estas jornadas. Un común así pareciera lo menos común que hay.

Me propongo aquí formular esa pregunta por la vía que toma Agamben en La comunidad que viene:Decisiva es aquí -nos dice-  la idea de una comunidad inesencial, de un convenir que no concierne en modo alguno a una esencia”[3]. Según él, esa comunidad sería solidaria de una singularidad cualquiera o cualsea. Allí, dos palabritas juntas que nos han parecido un hallazgo, porque, una al lado de la otra, permiten tomar la cuestión de la singularidad no por el lado de una propiedad de excepción (“único” en su tipo) sino por la vertiente del “cualquiera”… Ese cualquiera (quodlibet ens) “no es como se lo ha traducido «el ser, no importa cuál», sino «el ser tal que, sea cual sea, importa[4]». El poner el cualquiera junto a lo singular nos invita a alejarnos del hábito mental  de adscribir una y otra vez un individuo identitario a lo singular, a cerrar lo singular en una representación, a fijar una pertenencia por la atribución. (“es vago”, por ejemplo, “es negro”, “es drogón”, es joven)

Conviene situar lo singular como un tercero que desfasa  el binarismo de lo universal y lo individual:

El cualsea que está aquí en cuestión no toma, desde luego, la singularidad en su indiferencia respecto a una propiedad común (a un concepto, por ejemplo: ser rojo, francés, musulmán), sino sólo en su ser tal cual es.”[5]

La singularidad cualquiera es algo de otro orden, algo tercero, irreductible al funcionamiento binario partic/universal[6]

Por otra parte, las singularidades cualsean tienen lugar… El tener lugar, el comunicar a las singularidades el atributo de la extensión, no las une en la esencia, sino que la dispersa en la existencia.[7]

Entonces, la singularidad cualsea es  algo  tercero (algo, no  es uno), es tal cual estiene lugar. (Que se puede escuchar en su relación con la extensión, un espacio, y como lo que “tiene lugar”, acontece)…

El reino de las singularidades cualsean, según Agamben, es el limbo. Allí, ni condenados ni elegidos, los habitantes del limbo están llenos de una alegría sin destinación (no es que dios se ha olvidado de ellos, ellos se han olvidado de Dios). Como los personajes de Walser o los “ayudantes” de la literatura de niños,  mezcla curiosa de pillería y de humildad.

La singularidad cualquiera, entre lo común y lo propio

Los lingüistas distinguen entre la lengua, como sistemas de signos que posee una comunidad lingüística, intención de identidad, condición indispensable de la comprensión, y el habla, manifestación personal que individualiza el rol de cada uno de los interlocutores.

La singularidad cualquiera en cambio, no se dejaría tomar en la distinción entre la potencia de la lengua como común y el acto del habla como propio, lo singular aquí aparecería en el borde de un decir que no es ni propio ni común. Eso sale de la boca de alguien  ¿cualquiera?  Eso desvanece el contorno del autor-yo, qué importa quién habla… “no importa quien” n’importe qui”, ni yo, ni tú, quiénes…

El paso de la potencia al acto, de la lengua a la palabra, del común al propio, se realiza cada vez en dos sentidos según una línea de destellos alternos en la que naturaleza común y singularidad, potencia y acto se cambian los papeles y se compenetran recíprocamente. El ser que se genera sobre esta línea es el ser cualsea.[8]

El paso. La singularidad cualquiera, entonces, está en el paso de lo común a lo propio.  Entre. Un impersonal que no es un anónimo estrictamente, pero que sí requiere de un campo de indeterminación para emerger…

El paso, el pasaje,  eso abre un espacio de suspensión, de detención,  ¿pas-de-sens?, algo del sentido se des-compone; y un decir acontece, un acontecimiento singular, se produce.

“Según una línea de destellos alternos”,  esa es la línea del cualsea… (A. da dos ejemplos: los rostros y las caligrafías)

Lalangue singular -común

En los años 72-73  Lacan otra vez, encore, conmovía (desplazándose de) sus propios dichos. En aquellos años había surgido, como un  errar en su decir, como en un balbuceo: lalangue (04/11/71) En el seminario Encore se trata de lalangue

“el inconsciente es un saber, un savoir-faire con lalangue. Lo que se sabe hacer con lalangue so­bre­pasa por mucho, aquello de lo que se puede dar cuenta a títu­lo del lenguaje… va ya mu­cho más lejos …  lalangue nos afecta, ante todo, por todo lo que ella comporta como efectos que son afectos” [9]

¿Estaría lalangue  en esa línea de la singularidad, puesto que, tejida por el lalala que nos arma como cuerpo no proviene de un yo ni de un sujeto que enuncie sino que, ella, produce algo de ese inter-valo que se ha dado en llamar un sujeto? Cuando algo de lo singular emerge, nos afecta

Para G.Giorgi la singularidad cualquiera es esa que emerge allí donde la vida desborda o excede los mecanismos de sujeción del biopoder. Y entonces aparece una paradoja que atraviesa la cuestión de la singularidad cualquiera: su relación con el lenguaje. Por un lado, el lenguaje normaliza, y allí la singularidad se le escapa, puesto que es anomalía, no se acomoda a la distribución de especies, familias e identidades. Pero al mismo tiempo, el lenguaje es lo que posibilita (en sus límites, en sus mutaciones, en su posibilidades de ser  llevado más allá de los significado, de ser roto) la emergencia de unas singularidades. Allí, Giorgi pone el acento en eso que excede al dicho, el acto mismo de decir.  (Entre phoné y logos, dice[10])

Ese lalala de la lalangue no es privado ni público…es voz plural y sola… y aparece cuando el logos se quiebra, o se calla.

Decir singular

En el mismo seminario que citábamos, Lacan habla del decir:

  “este decir, después de todo, no es del campo de la lingüística (clase 3, pag)

        …..el decir es justamente lo que queda olvidado detrás de lo que es dicho en lo que se escucha”.

 Pero lo que se hace del decir queda abier­to. Se pueden hacer montones de cosas con los mue­bles, a partir del momento, por ejemplo, en que se ha sufrido un asedio, o un bombardeo”… [11] 

Hemos extraído realmente las consecuencias de eso, de que el decir no es del campo de la lingüística, de que el decir es lo que queda olvidado tras el dicho, tras lo que se entiende/escucha?

No lo sé, en cuanto a mí, me parece que no siempre. En el 2000, yo trabajaba en un Programa para la atención de jóvenes en situación de Calle y en un Refugio Nocturno para esos chicos. Era un estallido. El funcionamiento del Refugio era ‘anómalo’. Intentábamos normalizar. Era un alivio cuando algo entraba en lo colectivo (cuando encontrábamos una tía que los llevara a su casa, un trabajo, una escuela que los recibiera) Pero todo esfuerzo de contención  era vano, eso estallaba por todas partes. La mayoría de esos chicos había pasado por la experiencia de vivir en la calle, del encierro en institutos correccionales, la experiencia de vivir “en bandas”.  Yo acompañaba a Cristian a un lugar de tratamiento de las adicciones. A la vuelta él insistía para que entráramos al Instituto del Quemado: “quería ver los quemados”. Cada vez, él insistía. Me pregunto ahora si eso no era un decir…y si no fue en lo dicho donde quedó fijada mi respuesta, prevenida, “sensata”. ¿Qué hubiese pasado si transponíamos nosotros (quiénes, nosotros) ese umbral?  (Si por otra parte estábamos/estamos en ese umbral, era el 2000, era la Argentina, era el instituto de menores, el infierno y la vida corriente no están tan lejos) Si era quizás la posibilidad de que lo extraño, o, en su extremo, lo inhabitable, pueda ser alojado, tenga lugar. No importaba a dónde íbamos, sino lo que pasaba en esos desplazamientos, en la posibilidad abierta de entrar, literalmente, en esa “zona de supervivencia”.

Quizás pueda proponerse la singularidad cualquiera como una zona, una oscilación, o como una línea, siempre en exceso respecto de lo nombrable, y que emerge en esa “zona de vecindad entre nosotros y aquello en lo que nos estamos convirtiendo”[12]

Vuelvo a este asunto del decir porque a menudo se insiste en la dificultad para un análisis con alguien que “no habla”. Pero, ¿y si el decir no es el contenido del enunciado, si no fuera cuestión de palabras solamente?…Lo que no se puede hablar se calla. O se muestra. “para ver la herida hay que tocarla”. ¿Cómo dice una herida? Un silencio soporta a menudo la intensidad misma de lo que se dice. Pienso en el testimonio, según Didi Huberman: “… (Los silencios en el testimonio) son acontecimientos en la palabra. Acontecimientos a la vez singulares y colectivos, propios de aquél a quien el discurso falla pero dirigidos a todos aquellos que aceptan escuchar, en las fallas del discurso, el deseo ardiente de abrir siempre más los límites de los decible”[13]

En el año siguiente al seminario que recién citamos, Lacan insiste varias veces sobre la cuestión del decir.

“Un “decir” es del orden del acontecimiento. No un acontecimiento superficial, no un momento del conocer. Para decirlo todo, no es filosofía. Es algo que está en el efecto (est dans le coup) (*)[14]. En el efecto (coup) de lo que nos determina en tanto que no es enteramente lo que se cree.[15]

¿Si un decir es del orden del acontecimiento, eso no es es estrictamente sólo un asunto de lengua. ¿Puede producirse un decir sin palabras? Un decir entonces, como acto?

Un decir pasa, “como de contrabando”, suponiendo que el lenguaje sea un comercio legal.

.Apuesto a que pudiera concebirse una singularidad (cualquiera), es decir no ligada al significante como pura diferencia oposicional, o en todo caso, una diferencia plural, que no parte de ninguna identidad o semejanza (no viene de ni va hacia lo mismo).  (Jullien deja a un lado la palabra diferencia, propone otra palabra para decir esto: la brecha. La brecha es un rodeo un hiato un desvío.) Entonces no es el S1, “el” significante privilegiado, sino  el essaim como inventa Lacan, el enjambre: un, un, un, un cualquiera…así se puede leer “hay un”, eso no hace Uno, no hace unidad, pero tampoco es un trazo privilegiado, único,  eso es cualquiera.  (El trazo es unario, no único, dice en La identificación).

Según  Allouch, esto “exigiría un duelo- en absoluto un duelo de algo exterior a sí, sino el duelo de eso mismo que hace que cada uno sea un sí y ningún otro. Dicho de otro modo: en tanto que sujeto, no soy un significante, no me caracterizo, como el significantes saussuriano, por ser todo lo que los otros no son”.[16]

¿No sería ese duelo la experiencia del análisis?

Del lado del analista o de quien se adentre en el campo de lo inhabitable,  hacer jugar el  “cualquiera” permitiría más bien una “dis-posición”, una disponibilidad. Un modo en el cual sea posible dejarse llevar (el “culbuto” decía Sonia). “En el prefijo de la disponibilidad no se entiende solamente la supresión de toda oposición, sino la difracción en todas las direcciones de la “posición” y por ende su misma disolución” (Jullien). Prestarse a ser cualquiera, ¿no podríamos entender así la transferencia?

Para mí la singularidad cualquiera  no es lo que nos diferencia del otro a partir de la identidad.  En todo caso adviene con el otro, en una tensión abierta en el entre… vivir aligerados de lo mismo,  del sí-mismo, tú-mismo, ¿qué común haría eso?

Escribo común   singular, hundo el dedo en el blanco entre esas dos palabras. Interrogo ese espacio “entre”.   ¿Cómo algo de lo que concierne al “común” podría aparecer en el silencio momentáneo de algunas palabras singulares?

Dice Deleuze:

“no hay acontecimientos privados, y otros colectivos; así como no existe lo individual y lo universal, las particularidades y las generalidades. Todo es singular. Y por ende colectivo y privado a la vez, particular y general, ni universal ni individual. ¿Qué guerra no es un asunto privado? Inversamente, qué herida no es una herida de guerra, y venida de la sociedad entera? ¿Qué acontecimiento privado no tiene todas sus coordenadas, es decir,todas sus singularidades impersonales y sociales?”[17]

Sería necesaria una comunidad de la fisura, como dice Pierre Zhaoui en La travesía de las catástrofes, para explicar “cómo las conmociones más efectivas, las más fecundas, las más profundas para todos los hombres pueden revelarse como las más silenciosas, las más imperceptibles, las menos colectivas”.[18]

 

[1] Léthier, Roland. “Mensurar lo inhabitable”, Rev. Me cayó el veinte número11, Mexico, 2005 p. 139. ““Respecter la rupture est une pratique de   l’inhabitable. Pratiquer l’inhabitable est un exercice collectif, car  pratiquer l’inhabitable en solitaire est mortel.”                                                                                        

[2] http://anarquiacoronada.blogspot.com.ar/p/lobo-suelto-no-habla-de-politica-no.html

[3] G.Agamben, La comunidad que viene, Pre-textos, Valencia, 1996, pag.18

[4] G. Agamben, Ibidem, pag. 9

[5] G. Agamben, Ibidem, pag. 9

[6] J. Lacan, Problemas cruciales… 5 de mayo de 1965: “Es posible articular el estatuto del  nombre propio no como una connotación cada vez más cerca de lo que, en la inclusión clasificatoria llegaría a reducirse al individuo, sino al contrario, como el colmamiento de ese algo de otro orden que en la lógica clásica se planteaba a la relación binaria de lo universal a lo particular como algo tercero e irreductible a su funcionamiento, esto es como lo singular

“.. le statut du nom propre n’est possible à articuler non pas comme d’une connotation de plus en plus approchée de ce qui dans l’inclusion classificatoire arriverait à se réduire à l’individu, mais au contraire, comme le comblement de ce quelque chose d’un autre ordre, qui est ce qui dans la logique classique s’opposait à la relation binaire de l’universel au particulier comme quelque chose de tiers et d’irréductible à leur fonctionnement, à savoir : comme le singulier.(Versión Staferla, pag. 202)

[7] G. Agamben, Ibidem, pag. 18

[8] G. Agamben, Ibidem, pag. 19. “Común y propio, género e individuo, son únicamente las dos vertientes que se precipitan a los lados de la cima del cualsea. Como en la caligrafía del príncipe Myskin, en El Idiota de Dostoyewski, que puede imitar sin esfuerzo cualquier escritura y firmar en nombre de otros (el humilde Igúmeno Pafnuzio ha firmado aquí»), el particular y el genérico se tornan aquí indiferentes, y justo ésta es la «idiotez»,esto es, la particularidad del cualsea”.

[9] J. Lacan, Otra vez/Encore, clase del 26 de junio de 1973, versión crítica de Ricardo Rodríguez Ponte. En francés: “mais l’inconscient est un savoir, un savoir-faire avec lalangue. Ce qu’on sait faire avec lalangue dépasse en d’autres termes de beaucoup ce dont on peut rendre compte au titre du langage,  ’il va déjà beaucoup plus loin… lalangue nous affecte d’abord par tout ce qu’elle comporte comme effets qui sont affects”. (Staferla, pag.107)

[10] Giorgi, Gabriel y Rodríguez, Fermín, “Ensayos de biopolítica” . Edit, Paidós, Buenos Aires 2007. Prólogo, pág.30/31: “Esa vida no puede ser dicha porque ningún predicado la puede enunciar. Sin embargo es mostrada, expuesta en el lenguaje: se trata de una existencia verificada en el acto de nombrar más que en el contenido del enunciado”

[11] J. Lacan, Otra vez/Encore, clase del 19 de diciembre de 1972:  “le dire est justement ce qui reste oublié derrière ce qui est dit dans ce qu’on entend”,  también en  L’étourdit:: Qu’on dise reste oublié derrière ce qui se dit dans ce qui s’entend  (versión Staferla— pero no está de más recordar que en francés on entend re­mite tan­to a “se escucha” como a “se entiende”, “se comprende”.

 

[12] Deleuze, G. Crítica y clínica, Editora Nacional, Madrid 2002. pag. 11 y 12. “…devenir no es alcanzar una forma (identificación, imitación, mímesis) sino encontrar la zona de vecindad, de indiscernibilidad o de indiferenciación tal que ya no quepa distinguirse de una mujer, de un animal o de una molécula: no imprecisos ni generales, sino imprevistos, no preexistentes, tanto menos determinados en una forma cuanto que se singularizan una población… el devenir es siempre entre…entre los sexos los géneros o los reinos, algo pasa”.

[13] Didi Huberman, Georges, Blancas Inquietudes, Ed.  Shangrila, Cantabria, 2015. pág. 87

[14]  (*) etre dans le coup: mantuvimos la traducción de I.A., pero resulta interesante agregar que en el Dicc. Petit Robert esta expresión equivale a: “participar o hacer participar de una acción, estar concernido, interesarse”.

[15]  Lacan, Jacques, Seminario “Les non dupes errent” clase del 18/12/ 73 versión I. Agoff, EFBS, pág. 47. “Un « dire » est de l’ordre de l’événement. C’est pas un événement survolant, c’est pas un moment du connaître. Pour tout dire, c’est pas de la philosophie. C’est quelque chose qui est dans le coup. Dans le coup de ce qui nous détermine en tant que c’est pas tout à fait ce qu’on croit.

[16] Allouch, Jean. El amor Lacan. Ed. el cuenco de plata, Buenos Aires, 2012, pág. 145.

[17] Deleuze, Gilles. Lógica del sentido, Traducción de Miguel Morey Edición Electrónica de www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía Universidad ARCIS. pag. 110

[18] Citado por Didi Huberman, op. cit. pág. 92

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