Pequeñas Historias de Encuentros

21/10/2022
Sonia Weber

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Pequeñas Historias de Encuentros

Cordoba -Delmar

Intercambios sobre la publicación de las primaras “baladas de los inocentes”.

 

                                                   

Pequeñas Historias de Encuentros

Un encuentro, bueno o malo – no sé calculo – pero tiene efectos. Cambio algo en la vida, no somos más los mismos. Hay antes/y después.

Dos Historias de buenos encuentros:

*Roland Léthier.

La primera vez que me encontré con Roland, en 2007, fue en un teatro en Paris, durante un coloquio sobre la «toxicomanía», ahora consumos. Roland hablé en su intervención, de su trabajo con niños, y en particular, hablo de hecho que los jóvenes faltaban mucho a las citas, que ellos siempre intentaban destruir las tentativas de lazo… Lo que dijo me hizo eco con enigma que yo tenía desde algunos años. Preguntas en mi trabajo con «toxicómanos», como se decía, a la época. En particular, pienso a los pacientes que me dijeron que van a venir a la cita, pero no llegaron. No sabía que pasado ni como entender o escuchar esto. Pero para mí no era un « acto fallido » ; no era un olvido, no tampoco amabilidad con la idea  previa de no venir después. ¿Pero qué es eso?

Roland in “Arpenter l’Inhabitable”:

“La ruptura afecta la identidad. Esto se manifestó a través del extravió sistemático de los documentos de identidad, de la credencial de salud, del abono de transporte

La ruptura contamina la presencia: la fecha, la hora, desaparecen.

Las citas, los encuentros organizados y previstos se disuelven como un terrón de azúcar en un vaso de agua.

Estos desencuentros no son actos fallidos ni olvidos en el sentido de las formaciones del inconsciente.

No son objeto de un cálculo: en la lengua urbano, el verbo calcular se usa para aludir al encuentro con el otro.

Se usa principalmente bajo forma negativa: «no lo calculé =no o vi, no reparé en él”

 Entonces el encuentro con Roland fue alrededor de esas preguntas. Compartimos la misma reserva de llamar a eso actos fallidos, olvidos… Pero hasta esto encuentro, me sentí sola, sin la posibilitad de compartir mis preguntas. Porque cada vez que intentaba, las respuestas eran más o menos una tentativa de reducir eso a cosas ya conocidas en la teórica psicoanalítica. Siempre en Arpenter l’Inhabitable, Roland escribió:

“La ruptura ha instalado un rompimiento en la relación al saber…

La ruptura resulta aleccionadora en la medida en que introduce lo desmesurado, lo intangible, lo aberrante, lo irracional no delirante. Rompe con el campo de la palabra y del leguaje tal y como Lacan lo había circunscrito en Roma.

La ruptura abre un campo muy poco propicio a los trabajos de jardinería con las herramientas del psicoanálisis. Sin embargo, estas herramientas, porque resultan inútiles, se vuelven utilizables en razón de aquello que no logran alcanzar.

De cierta manera, las manifestaciones de la ruptura descubren regiones desconocidas para quienes se dedican a medir el inconsciente.

Su impotencia teórica y práctica los vuelve inocentes, incompetentes, fastidiados y fastidiosos. 

Estas características favorecen un acercamiento favorecen con esos otros inocentes que son aquellos que la ruptura habita.

Con Roland se abrió un espacio para mí de tener la posibilitad de intercambiar con alguien sobre puntos clínicos muy concretos, que tocan los límites del psicoanálisis. Al mismo tiempo, pudimos decir que el psicoanálisis es el mejor camino para pensar estas preguntas que nos ocuparon. «Pensar en hueco», vaciar los saberes. «No es eso» dijimos a menudo, y Roland agrego siempre: «ahora no podemos decir más». Empezaba un lazo de trabajo, de amistad, de respeto mutuo y de elaboración común en cual cada uno aportaba su toque: el, la precisión teórica, la cultura con pinturas, sobre todo, siempre con una inmensa simplicidad. Conocimientos que no aplastan a los otros; yo, otras cosas… Asociación de pensamientos libres, elaboración común, asociación de a dos, llamando quizás dos o tres veces en día, con el hilo de teléfono; también yo pude viajar hasta Paris cuando era importante para nosotros encontrarnos, en cuerpo. A lo largo del tiempo, no sabíamos más que venía del uno o del otro. Impersonal, lo importante era que algo circulé, que algo pasé. A partir del intercambio, se me ocurrió un seminario, empezó en septiembre 2009.

Pueden leer las 5 primeras baladas. Una balada de Roland solamente porque Muchas veces Roland hablo sin notas, pero à partir de sus textos que están ya traducidos. Las otras baladas son mis notas, no textos formateados para una publicación. Ahora no sé si diría las mismas cosas o de la misma manera… A partir de este seminario, era una creación discursiva, el acompañamiento de menores dentro de Visa-Vie, que es una asociación que trabaja además con problemas de violencia individual, sufrida o actuada. Durante 4 años, era un seminario a 2 voces, hasta que, por los problemas de salud de Roland, no lo autorizaron más a viajar a Estrasburgo. El seminario continuo después, para mí en lazo con Roland, al largo tiempo que fue posible para él, y después sin él. Se murió el ultimo abril.

Si el seminario era el humus que permitió el «nacimiento» del dispositivo para trabajar con los jóvenes, este trabajo nutria después las sesiones de la balada. Desde el principio, cada sesión, para mí, es una tentativa de pensar preguntas clínicas, qui nos hicimos en la frecuentación con los jóvenes. Preguntas sobre la violencia, la destrucción, la jerarquía, como y quien hace la limpieza con los jóvenes, la organización de la institución y los efectos en la clínica, nuestras maneras de hablar y sus efectos, la pereza, la inercia, la insumisión… como hacer cuando nada funciona… El seminario para pensar la práctica, pensar a partir de la práctica, para ayudarnos a encontrar otras maneras de estar ahí con los chicos. El seminario como una respiración; oxigeno, un oasis…y una manera de no estar solos en este tipo de práctica. Además, para no institucionalizarse demasiado. Se necesita estar siempre vigilante, porque es el movimiento que siempre vuelve atraparnos. Puedo decir que cada balada me permitió cambiar algo en mi práctica, en mi posición con un joven, en mi manera de ver, de pensar de estar ahí. Y me permitió de continuar trabajando de una manera suficientemente deseante, viva incluso, mismo cuando el cansancio es grande. Me parece una condición para no simplemente ocuparse, si no también bien funcionar.

Entonces… Pensar juntos, a partir de les jóvenes, de los efectos de ellos sobre nosotros, pensar juntos con ellos, para ellos. Para mí es un seminario para los jóvenes. Pensar con amistad, ternura, gana, da gana, da energía. Eso me parece, fabricar une trama afectiva, que construye el trabajo de Visa Vie. La amistad como humus para los jóvenes. Presencia, «frecuentación» dijo Roland, afección. Estar afectados, transformados por ellos; que puedan estar afectados, transformados un poquito por nosotros o otros. Sin peligro, sin la necesidad de defenderse, de atacar siempre. Se podría decir que un aspecto de Visa-Vie es permitir que los chicos experimentar la posibilitad de hacer encuentros. No es solamente hacer lazos.

 

*El grupo de lectura de la Rampa. Noviembre 2013.

Ya Roland no pudo viajar, entonces no pudo aceptar la invitación del grupo de lectura de la Rampa para hablar de las baladas ahí. Le dio mis datos al grupo, y aterricé el 10 de noviembre sin saber, exactamente quien me había invitado, que es el Grupo de la Rampa… Encuentro con un otro país, un otro mundo, «el nuevo mundo», una otra lengua que no conocía. Todo para destapar, aprender, hacerme enseñar… abrir los ojos, los orejas. Compartir el trabajo de Visa-Vie, y escuchar las experiencias de todos lugares que me invitaron. Encuentro, encuentros con mucha gente. Encuentro, encuentros y mucha amistad.

Venir acá es un espacio para revitalizarme, enriquecerme con otras maneras de ver la práctica, la vida, el mundo. Un lugar de exterioridad, que me impone un desplazamiento en la vida cotidiana, en mis hábitos, et que me permite trabajar y pensar Visa-Vie con nueva energía. Una circulación que fabrica efectos en mi práctica. Me parece que, de una cierta manera, hay un contagio muy lindo, durante un momento, que continúan para mí y me sostienen, incluso cuando no estoy acá. De una manera hay una continuidad entre lo que paso con Roland, y lo que paso acá en algunos lugares. Me da una disponibilidad tranquila a lo que viene, como viene.

Al fin, un punto, muy importante para mí: ¿Realidad material o cotidiana y realidad psíquica? ¿Cuál lugar para los psicoanalistas?

No voy a discutir acá la pertinencia o no de dos realidades o los lazos, entre los dos. Para mí, se entrelazan (no una sin la otra) y eso implica consecuencias en la práctica de Visa-Vie. Recibimos chicxs que de toda manera no van en el consultorio de los «psi», no en lo privado y no en los hogares o cualquieras instituciones.  ¿Entonces qué hacer? ¿Esperarlos en nuestros consultorios? (podemos esperar mucho largo tiempo); esperar la demanda? Una elección es de no trabajar con ellos, sino trabajar solamente con los equipos para ayudarlos pensar sus prácticas…

O de ir, aceptando de tener manos sucias. Es una otra manera de pensar la pregunta de «Variantes de la cure type» y de hacer con el diverso de Allouch.  «No trabajamos sobre la realidad exterior sino sobre la realidad psíquica. No es nuestro campo, no podemos volver a hacer el mundo… pienso que esta posición de neutralidad y de abstención es indispensable» escribe Ch.Loisel. Me gusta mucho Loisel, trabaja con el pensamiento de Françoise Davoine. Las dos me ayudan pensar mucho, pero en algunos casos no puedo estar de acuerda con ellas. Salvo de dejar al lado del camino mucha gente. ¿Porque no?

Pero para mí, también es una manera para los psicoanalistas de quedar en un entorno de trabajo ya conocido. De inventar, claro, pero, siempre en este entorno. «Ballader, se balader, être baladé» para los chicxs. Salir, ir donde están, buscarlos, resistir a sus resistencias hacer lazos, encuentros, resistir à sus destrucciones, lxs preocuparse siempre y mismo cuando dicen que no hay la necesidad de estar preocupado. Inventar un humus de confianza, la posibilitad de arriesgarse a nuevas cosas… Me parece que la única manera (no se si es el única pero no veo mucha otra) para los psicoanalistas de trabajar con ellxs, si quieren, es estar con ellxs en la vida cotidiana (¿al policía, al médico, en la calle, tomar un cafecito, limpiar la cacita, escuchando al mismo tiempo, el blabla, los gritos, los insultos…Hay mucho blabla, ¿quizás (? no sé), en espera, sin saber, de estar escuchado. « Il faut les pousser au transfert » decía Roland. Fabricar, inventar lugares de transferencia. No es el mismo que hacer lazos (sociales). La oreja no está pesada, es fácil transportarla con nosotros, en cualquier lugar.

Al mismo tiempo hacer cosas con los chicxs permite ver y escuchar muchas cosas que no podemos escuchar en consultorios. Las tensiones de los cuerpos, la manera de circular en la ciudad, las irritaciones muy rápidas por cualquieras cosas, los insultos y movimientos de violencia si no suportan algo (y no suportan muchas cosas), una mirada, un cuerpo que los toca en la calle…Y podemos hablar de eso que aparece a menudo sin que se dan cuenta lo que paso…  Claro que en hogares hay también la posibilitad de escuchar eso …pero, en Francia son los educadores que pueden ver eso, pero su prestamente no están ahí para escuchar y “los psi” están mucho en el consultorio. Realidad cotidiana, realidad psíquica … “Bon, ça suffit pour aujourd’hui”. ¡Listo! Profito de este momento para decirlos una inmensa gracia a cada uno -gente y instituciones -por recibir me, y aceptar compartir.

 

 Petites histoires de rencontres

Une rencontre, bonne ou mauvaise, ça ne se calcule pas, mais ça a des effets. Des effets de rencontre. Ça change quelque chose dans la vie. Il y a un avant et un après.

 Deux histoires de bonnes rencontres

*Roland Léthier

La première fois que j’ai rencontré Roland en 2007, se fut dans un théâtre à Paris, lors d’un colloque sur la « toxicomanie », aujourd’hui « les consommateurs ». Roland parlait dans son intervention de son travail avec les jeunes, et en particulier du fait qu’ils loupaient souvent les rendez-vous, et essayaient toujours de détruire les tentatives de liens. Ce qu’il disait, faisait écho chez moi à une énigme que j’avais depuis plusieurs années dans mon travail avec des « toxicomanes », comme on disait à l’époque. En particulier au fait que certains patients que je croisais à l’infirmerie me disaient qu’ils venaient me voir dès qu’ils avaient fini de prendre leur traitement, et qui pourtant n’arrivaient jamais, alors que mon bureau était deux portes plus loin. Je ne savais pas ce qui se passait, ni comment entendre cela. Mais pour moi, ce n’était pas des « actes manqués », ni des oublis… Mais alors qu’était-ce ?

Dans « Arpenter l’Inhabitable », Roland écrit :

« La rupture atteint l’identité. Cela se manifeste par la perte systématique des papiers d’identité, de la carte de santé, de la carte de transport…

La rupture atteint la présence : la date et l’heure sont englouties.

Les rendez-vous, les rencontres organisées, prévues sont dissous comme un sucre dans un verre d’eau.

Ces rencontres ratées ne sont pas des actes manqués, des oublis au sens des formations de l’inconscient.

Ces rencontres ne sont pas calculées : dans le langage des banlieues et des cités le verbe « calculer » est utilisé pour parler de la rencontre avec l’autre.

Il est principalement utilisé à la forme négative :

« je ne l’ai pas calculé = je ne l’ai pas vu, je n’ai pas fait attention à lui » ».

 La rencontre avec Roland fut donc autour de ces questions. Nous partagions la même réserve à appeler cela des actes manqués, des oublis…Mais jusqu’à cette rencontre, je me sentais seule, sans possibilité de partager mes questions. Chaque fois que j’essayais, les réponses étaient plus ou moins une tentative de réduire cela à des choses déjà connues de la théorie psychanalytique. Toujours dans Arpenter l’Inhabitable, Roland poursuit :

« La rupture a introduit une cassure dans le rapport au savoir.

La rupture fait enseignement dans la mesure où elle introduit de la démesure, de l’insaisissable, de l’aberrant, de l’irrationnel non délirant. Elle fait rupture avec le champ de la parole et du langage tel que Lacan l’avait circonscrit à Rome.

La rupture ouvre un champ peu propice à un jardinage avec les outils de la psychanalyse. Cependant ces outils, du fait de leur inutilité, se trouvent utilisables par ce qu’ils ne peuvent atteindre.

D’une certaine façon les manifestations de la rupture découvrent des régions inconnues des arpenteurs de l’inconscient.

Leur impuissance théorique et pratique les rend innocents, incompétents, désolés et désolants.

Ces qualités favorisent une proximité avec ces autres innocents que sont les habités de la rupture. »

Avec Roland, s’est ouvert pour moi un espace pour échanger sur des questions cliniques très concrètes, qui touchent aux limites de la psychanalyse. Mais dans le même temps, nous pouvions dire que la psychanalyse est le meilleur chemin pour penser les questions qui nous occupaient. Penser « en creux », évider les savoirs. « Ce n’est pas cela » disions-nous souvent, et Roland d’ajouter « pour l’instant on ne peut pas dire plus ». A commencé une relation de travail, d’amitié, de respect mutuel et d’élaboration commune dans laquelle chacun amenait sa touche : lui, la précision théorique, la culture, la peinture en particulier, toujours avec une immense simplicité. Connaissances qui n’écrasaient pas les autres ; moi, autre chose… Associations de pensées libres, associations à deux, nous appelant parfois deux, trois fois par jour. Et j’allais aussi régulièrement à Paris, quand nous avions besoin de nous retrouver « en corps ». 1er binôme. Au fil du temps nous ne savions plus très bien ce qui venait de l’un ou de l’autre. Impersonnel, l’important était que ça circule, que quelque chose passe, se passe.

À partir de ces échanges a commencé un séminaire, en septembre 2009 : La Ballade des Innocents. Les 5 premières séances ont été traduites et publiées. Une ballade de Roland seulement ; le plus souvent Roland parlait sans notes, mais à partir de textes qui sont déjà traduits. Les autres ballades sont mes notes, pas des textes formatés pour être publiés. Aujourd’hui je ne sais pas si je dirais les mêmes choses, ou de la même façon ; ça pourrait être discuté. À partir de ce séminaire, il y a eu une création discursive : les accompagnements de jeunes par Visa-Vie. Pendant 4 ans, le séminaire a eu lieu à deux voix, jusqu’à ce que des problèmes de santé empêchent Roland de se déplacer à Strasbourg. Le séminaire a continué malgré tout, pour moi en lien avec Roland, aussi longtemps que ce lui fut possible, puis sans lui. Roland est décédé en avril dernier.

Si le séminaire est l’« humus » qui a permis la « naissance » du dispositif de travail avec les jeunes, ce travail nourrit depuis les séances de la ballade. Depuis le début, chaque séance est pour moi une tentative de penser les questions cliniques que nous rencontrons dans la fréquentation d’avec les jeunes. Questions sur la violence, la destruction, la hiérarchie institutionnelle, comment faire et qui doit faire le ménage avec ou pour les jeunes, l’organisation de l’institution et ses effets sur la clinique, nos façons de parler et leurs effets, la paresse, l’inertie, l’insoumission… comment faire quand rien ne marche… ? Le séminaire pour penser la pratique, penser à partir de la pratique, pour nous aider à trouver d’autres façons d’y être, avec les jeunes. Le séminaire comme une respiration ; de l’oxygène, une oasis…et une façon de ne pas être seul(e) dans ce type de pratique en particulier. Mais aussi pour ne pas trop s’institutionaliser. Il s’agit d’être toujours vigilent parce que le mouvement vers l’institutionnalisation nous rattrape toujours.

Je peux dire que chaque séance m’a permis de changer quelque chose dans ma pratique, dans mon positionnement aves les jeunes, dans ma manière de voir, de penser, d’y être. Et m’a permis de continuer à travailler de façon suffisamment désirante et vivante, surtout quand la fatigue prend le dessus. Être désirant – me semble être une condition pour ne pas seulement s’en occuper (des jeunes), ni seulement « bien gérer ».

Donc… Penser ensemble, à partir des jeunes, de leurs effets sur nous, penser ensemble avec eux, pour eux. Pour moi ce séminaire est un séminaire pour les jeunes. Penser dans une ambiance amicale (ce qui n’impose pas le consensus), avec envie, énergie. Ceci me semble fabriquer une trame affective qui soutient le travail à Visa-Vie. L’amitié comme humus pour les jeunes. Présence, « fréquentation » comme disait Roland, affection. « Aimer comme n’aimant pas » (Allouch). Être affectés, transformés par eux ; qu’ils puissent être affectés, transformés un petit peu par nous ou d’autres. Sans danger, sans devoir se défendre tout le temps ou toujours attaquer. On pourrait dire qu’un des aspects de Visa-Vie est de permettre aux jeunes d’expérimenter la possibilité de faire des rencontres. Et pas seulement d’être en lien.

 

*Autre bonne rencontre : Le Groupe de lecture de la Rampa.

Déjà Roland ne pouvait plus voyager ; j’ai donc accepté seule l’invitation du groupe de lecture de la Rampa de venir parler des balades, à Cordoba. Le 10 novembre 2013, j’atterris, sans savoir très bien qui m’a invitée, qu’est-ce que le groupe de la Rampa… Rencontre avec un autre pays, « un autre monde » – « le nouveau monde », une autre langue que je ne connais pas. Partager le travail de Visa-Vie et écouter les expériences des différents groupes ou institutions qui m’invitent. Rencontres avec beaucoup de personnes, rencontres empreintes de beaucoup d’amitié et de chaleur.

Venir ici est pour moi trouver un espace qui me ressource et m’enrichit, avec d’autres façons d’envisager la pratique, la vie, le monde. Un lieu d’extériorité qui m’impose un déplacement dans la vie quotidienne, dans mes habitudes, et qui me permet de travailler et penser à et pour Visa- Vie avec une nouvelle énergie. Une circulation qui a des effets dans ma pratique. Il me semble que d’une certaine façon, il y a des effets de contagion partagée, qui continuent de me soutenir pendant un temps, même après mon retour. Et d’une certaine façon, il y a une continuité entre ce qui s’est passé avec Roland, et ce qui se passe ici, dans certains lieux, et avec certaines personnes. Cela me donne une disponibilité tranquille à ce qui vient, comme ça vient.

Avant de finir, un point qui me tient à cœur : Réalité matérielle ou quotidienne, et réalité psychique : quelle place pour les psychanalystes ? 

Je ne vais pas discuter ici de la pertinence ou non de deux réalités ou des liens entre les deux. Pour moi, elles s’entrecroisent, (pas l’une sans l’autre), et ceci a des conséquences dans la pratique de Visa-Vie. Nous accueillons des jeunes qui, de toute façon, ne vont pas chez les « psy », ni en libéral, ni dans les institutions. Que faire ? Les attendre dans nos consultoires ? (Nous pouvons attendre longtemps). Attendre la demande ?

Un choix serait de ne pas travailler avec eux, mais seulement avec les équipes qui s’en occupent pour les aider à penser leur pratique. Ou, d’y aller, en acceptant d’avoir les mains sales. C’est une autre façon de penser la question de « Variantes de la cure type », et de faire avec le divers d’Allouch.

Christine Loisel écrit : « Nous ne travaillons pas sur la réalité extérieure, mais sur la réalité psychique. Ce n’est pas notre champ, nous ne pouvons rien changer au monde…je pense que cette position de neutralité et d’abstention est indispensable… » J’aime beaucoup Loisel, elle s’appuie sur la pensée de Françoise Davoine. Les deux m’aident à penser, mais sur certains points je ne peux être d’accord avec elles. Sauf à laisser des personnes sur le bord du chemin. Pourquoi pas ? Mais pour moi, c’est aussi une façon pour les psychanalystes de rester dans un environnement de travail déjà connu. D’inventer certes, mais toujours dans le même environnement.

« Ballader, se balader, être baladé » par et pour les jeunes. Sortir, aller où ils sont, les chercher ; résister à leurs résistances à faire des liens, les rencontrer, résister à leurs destructions ; s’en préoccuper toujours et même quand ils disent qu’il n’y a pas besoin de se faire du souci pour eux. Fabriquer un terrain de confiance, qui leur permette de se risquer à d’autres choses que ce qu’ils font habituellement. Il me semble que la seule manière (je ne sais pas si c’est la seule façon, mais je n’en vois pas d’autre) pour les psychanalystes de travailler avec eux, s’ils veulent, c’est d’être avec eux dans la vie quotidienne (aller au commissariat, chez le médecin, dans la rue, prendre un café, faire le ménage…), tout en écoutant, le blabla, les cris, les insultes…Il y a beaucoup de blabla, peut-être (?) en attente, sans le savoir, d’être entendu. « Il faut les pousser au transfert » disait Roland Léthier.  Fabriquer, inventer des lieux de transfert. Ce n’est pas la même chose que faire du lien social. L’oreille ne pèse pas lourd, il est facile de la transporter avec nous, n’importe où !!

En même temps, faire des choses avec les jeunes, permet de voir et d’écouter beaucoup de choses que nous n’entendons pas dans les cabinets. Les tensions des corps, la façon de circuler en ville, les irritations très rapides pour n’importe quoi, les insultes et les mouvements de violence s’ils ne supportent pas quelque chose (et ils ne supportent pas grand-chose), un regard, un corps qui les bouscule dans la rue… Et nous pouvons parler alors de ce qui surgit, quand bien même pour eux il ne s’est rien passé. Dans les institutions aussi, bien sûr il y a la possibilité d’écouter ça…mais en France ce sont les éducateurs principalement qui peuvent voir cela, mais ils ne sont pas officiellement là pour écouter (ou ne s’y autorisent pas), et les psychologues sont beaucoup dans leur bureau. Réalité quotidienne, réalité psychique. Bon, ça suffit pour aujourd’hui. Et je profite de ce moment pour vous remercier vivement, de me recevoir et d’accepter de partager de tels moments.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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