“…líneas de errancia…
…una red tiene trayectos.
Lo que también podría decirse es que esos trayectos tienen una red, son la red, se hacen en red. Así, de lo arácnido uno nunca sabe si trama o si solo es ser tramado.
(…) el único soporte que permite la red es la brecha, la falla-.” (Fernand Deligny)
La cita anterior trae resonancias del modo con el que abordamos nuestro trabajo en las instituciones escolares, cuyas estructuras tienden a coagular el pulso de lo vital, efímero y azarozo, al mismo tiempo que propician una trama de lazos que hacen un lugar posible para que eso se eche a andar.
Las diferentes problemáticas que se dan en el campo escolar, nos sitúa en un ámbito complejo atravesado por una serie de discursos pedagógicos, políticos, médicos, sociales, jurídicos, etc., que operan “identidades de normalidad”.
La escuela moderna, desde sus momentos fundacionales fue parte y efecto de un dispositivo de disciplinamiento que instituyó saberes, normas y regulaciones en la pretensión de garantizar el funcionamiento del sistema capitalista mediante la homogeneización de la población.
A sus expensas, se crea un modo de lo común sostenido en universales que ante manifestaciones fuera de lo esperado, reacciona generando un tratamiento clasificatorio dentro de la binaridad normal-anormal, común-especial.
Nos convocan cuando un alumno presenta “problemas de aprendizaje y/o problemas de conducta”, planteando que agotaron sus recursos para “remediar” la situación.
Demandan un “saber especializado”, requieren una valoración diagnóstica y derivación a tratamientos que generalmente responden al discurso médico y se asocia lo que no anda con discapacidad. Desde ahí, esperan la intervención, para confirmar lo que ya conocen de un modo descriptivo.
Nos dejamos tomar por esta suposición, desde donde circulan decires, que al deslizarse, de tanto en tanto tropieza, abre brecha, interpela, conmueve los lugares prefijados.
Ahí, un momento oportuno.
Estar ahí, en ese momento, escribientes de un hecho que da cuenta de un desacomodo. Algo sucede, afecta, no a todos de la misma manera, el cuerpo es quien da señal de ese instante, asombro, tensión, incomodidad. Se revela la singularidad de ese suceso en común.
Común la extrañeza
Singular es como cada quien toma lugar ante eso
Así donde se esperaba la certeza del conocimiento aparece la posibilidad de una experiencia de lo inacabado, lo espontáneo.
Desjerarquizaciones y descentramientos. Citamos a Rancière: “ El poder común a los espectadores no reside en su calidad de miembros de un cuerpo colectivo o en alguna forma específica de interactividad. Es el poder que tiene cada uno o cada una, de traducir a su manera aquello que él o ella percibe, de ligarlo a la aventura intelectual singular que los vuelve semejantes a cualquier otro aun cuando esa aventura no se parece a ninguna otra”[1]
Experiencia que no conduce a ninguna verdad universal, sino que es el registro de una vivencia que conmueve altera intensamente el estado de los hechos, emergiendo del mismo paño una nueva composición.
Dice Agamben « la experiencia es incompatible con la certeza y una experiencia convertida en calculable y cierta pierde inmediatamente su autoridad »[2].
No importa el objetivo de una experiencia sino su trayecto.
Maestros, padres, terapeutas, supervisores, que tienen algo para decir, demandan ser escuchados. Con interpretaciones que sofocan, se generan tensiones que caen de lleno sobre un alguien en dificultades que expresa a su modo, su rechazo a tanto “dicho” sobre él.
Dar lugar a lo “dicho”, que se exprese, hasta que en un momento, algo de otro orden se escuche, una lectura diferente convocante de una responsabilidad que no es la del rol que se desempeña sino una responsabilidad que surge de registrarse de cómo se está afectado por esa situación.
Puede que entonces, una nueva configuración emerja, una distribución del malestar ya no sólo depositada en el “alumno”. Acogida de la incomodidad para hacer algo distinto que coagularla en una rápida solución, un hacer que confíe en el potencial que conlleva esa misma incomodidad para que algo nuevo surja, un punto de fisura hacia lo diverso.
Un pasaje, una apertura
No sin antes estar advertidos de que estamos, atravesados, por esa misma trama, un estar entramado…
Un hacer con esas fibras, otras tramas?
Un lugar a hacer,
Hacer cortes, empalmes y suturas que permitan el paso al desconcierto de la pregunta
Hacer lugar a lo que irrumpe y ofrece la oportunidad de operar tajos en donde el tejido se cierra.
Emergencia de lo extraño.
Hacer soporte de ello, como un telar en el que las fibras se van retorciendo y uniendo, haciendo hilos que se van enganchando y entrecruzando, bordeando los agujeros por donde pasa la urdimbre y trama…
Todo ello nos interpela y nos moviliza.
La escuela “común”[3] como un baluarte de la “normalidad”, casi un monumento de la historia consagrado a hacer pasar por allí la “educación para todos”, nos da a ver, cada vez, la imposibilidad de esa ambiciosa tarea. Y también cada vez son más los jóvenes y niños que en edades más tempranas, van siendo expulsados a expensas de resoluciones ministeriales, o “integrados” cuya contracara es también la expulsión de lo singular.
Aceptamos la invitación de Agamben a la profanación[4] de estos dispositivos de sujeción para “arrancarles esa posibilidad de uso que han capturado[5]”.
Jugar, en el sentido de « liberar de los nombres sagrados la cosa para restituirla al uso común de los hombres »[6]. En este sentido el dispositivo de normalización que conforma el “común” de la escuela es tomado cuasi como parámetro sagrado, incuestionable.
La posibilidad de abrir el juego, de profanar, para dar paso al movimiento, los ritmos y las sonoridades que pulsan los puntos suspensivos de lo indeterminado. Idas y vueltas, que traen consigo pasajes a escenas diversas que sorprenden y trastocan en alivio y alegría la monotonía instalada en lo cotidiano.
Este escrito es un ejercicio de un hacer, de ponernos en cuestión acerca de una práctica, un intento sin garantías de la invención de una vía posible.
Algo sucede cuando por un instante, la inconsistencia hace su fugaz aparición
Dar cabida a la extrañeza que nos habita, experiencia de lo diverso.
Ligados desde una singularidad a un espacio en común. Pero no común desde lo identitario sino:
“Lo que cae fuera de lo “propio”, de lo “individual” y lo “personal”, pero que al mismo tiempo no conduce a un horizonte indiferenciado, al terreno de lo igual, lo homogéneo o lo idéntico, sino que por el contrario, funciona como el espacio de permutación, de intercambio entre singularidades (…)[7]
Pasar de “intervenir” a estar allí “con”
Experiencia del hilado
Una escritura, una invención, contando desde el inicio con el malentendido inherente al lenguaje que, al tiempo que sujeta, deja a cada viviente en la oportunidad de experimentarse en soledad, vía posible de un nuevo encuentro con el otro.
Común soledad de lo incomunicable
Bibliografía
AGAMBEN, Giorgio (2005), Profanaciones, Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2005
ALVAREZ URÍA, F. (1996). La configuración del campo de la infancia Anormal. De la genealogía foucaultiana y de su aplicación a las instituciones de educación especial. Barry Franklin (comp.).
DELIGNY FERNAND (2015) LO ARÁCNIDO Y otros textos. Ed. serie ocursos diez.
FOUCAULT, M. (1989). Vigilar y Castigar. Nacimiento de la Prisión. (1975). Siglo XXI ED. Bs. As.
FOUCAULT, M.: (1975). Los Anormales .Fondo de Cultura Económica. México.
FOUCAULT, MICHEL (1978). Microfísica del poder”. (3ª Ed) Madrid: La Piqueta.
GIORGI, GABRIEL Lugares comunes: “vida desnuda” y ficción. Apuntes
LACAN, J. Seminario 23: El sínthoma. Versión Crítica ― Clase 4: 13 de Enero de 1975
PUIGGROS, A. (1990). Sujetos, disciplina y currículum en los Orígenes del sistema educativo argentino. Editorial Galerna. Buenos Aires.
RANCIÈRE, JACQUES. (2008) El espectador emancipado, Bordes Manantial, La Fabrique édition
[1] Rancière, Jacques, El espectador emancipado, Bordes Manantial, La Fabrique édition, 2008. p.23
[2] Agamben, Giorgio, Infancia e historia, Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2011, p. 14
[3] Se la nombra así en nuestro país, en el lenguaje cotidiano para diferenciarla de los circuitos de las escuelas de educación especial. Significativa barra divisoria lingüística…
[4] Agamben propone oponer a la religión la “negligencia” que con una actitud “distraída” – esto es, desligada de la religio de las normas- frente a las cosas y a su uso (…)” p.97
[5]Agamben, Giorgio, Profanaciones, Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2005, p. 97
[6] ibidem.
[7] Lugares comunes: “Vida desnuda” y ficción, Gabriel Giorgi.