Las preguntas que nos reúnen vienen de una práctica en la que encontramos a jóvenes que podríamos cualificar de «fuera de lo común » – llamados con más frecuencia los que no encajan, o en francés « les patates chaudes » que cada uno intenta pasar al otro. Estos jóvenes que no dejan de sacudir mis ideas preconcebidas, mis marcos teóricos, y que empujan a los que eligen ir con ellos para una parte del camino a ponerse en duda continuamente y a encontrar modos de caminar más o menos nuevos.
Estas preguntas, tuve la suerte de compartirlas en Córdoba, en Argentina, en noviembre de 2013, y esta invitación tuvo efectos de encuentro. Uno de estos efectos fue la construcción de un espacio de trabajo y de compartimiento de reflexiones que nunca dejó de funcionar desde entonces y que dinamizó las prácticas de cada uno de nosotros, en cada lado del océano, de un continente para el otro. También llevó à la invitación a estos días de estudio, en un entre-lenguas, cuyo objetivo es reflexionar juntos y compartir a partir del trabajo y de las preguntas de cada uno, oradores y participantes.
Charlando en Skype para preparar estos días, Luciana me dijo que quería que estos días fueran un tiempo para que cada uno pueda « planter ses questions » « plantar sus preguntas » OJALA ! Y no solo un lugar donde uno expone sus conocimientos, y es por eso que hemos previsto bastante tiempo entre las intervenciones para los intercambios. Las intervenciones tendrán diferentes duraciones en función de lo que deseaba cada uno de los oradores, pero se limitaran a un máximo de 35-40 minutos para tomar en cuenta el tiempo de la traducción.
Nos planteamos la pregunta del pasaje de un idioma para el otro. Contemplamos varias posibilidades. Una de ellas era de dar a los argentinos, como son menos numerosos, las intervenciones francesas ya traducidas para que puedan leerlas mientras el orador hablaría. El objetivo era de « ganar tiempo » pero sobretodo de evitar que los franceses, más numerosos, tuvieran que soportar un tiempo de traducción que no les toca directamente. No se trata de una cuestión técnica, de organización, sino de una elección que compromete las relaciones que creamos los unos con los demás, y lo “común” que podemos elaborar juntos en estos dos días.
Igualmente, cualquier organización institucional, administrativa, tiene efectos en los « públicos » que acoge. No se puede tan fácilmente separar lo organizacional – que hoy en día se orienta hacia el rendimiento, los protocolos, la evaluación, los proyectos: meta/acción/ recursos… de la manera como trabajan las instituciones con los públicos que atienden. A la organización – que incluye las cuestiones de jerarquía, el respeto sagrado de los lugares, de las funciones… – se añaden las maneras de hablar y la cuestión de la atmosfera. Deleuze hablaba de « cortesía », Barthes de « delicadeza », Oury y Guattari en la Borde, de amabilidad. Cito a Oury: “la amabilidad no solo es una fórmula de cortesía… la amabilidad es, a veces, entrar en una rabia tremenda y echar a las personas…Nos podemos preguntar: Pero como organizas una infraestructura para que haya amabilidad? « Sed amables ! » Pero no viene asi. Hay un cierto « cuidado » dado a algo ». in le Collectif p 15. Y me temo que los programas de “buen trato” no nos ayuden mucho en esta historia.
Para volver a la elección de traducción, esta opción no solo nos pone todos al mismo nivel, lo que es aún más importante porque los amigos argentinos que pudieron venir no están aquí como invitados sino como co-organizadores de estos días. Sino que, sobretodo, el pasaje de un idioma al otro, en ambos sentidos, nos impone abandonar nuestras propias orillas, y nos dejaran oír los sonidos, los ritmos, las tonalidades de cada idioma, como cada uno de ellos dibuja un mundo y determina como pensamos, vivimos y nos relacionamos con el mundo[1].
La cuestión del idioma, de un idioma común y del pasaje de un idioma para el otro, los jóvenes que recibimos en Visa-Vie nos la plantean diciendo: « Como usted habla francés, no me gusta éste, prefiero el mío » « usted habla una lengua formal, no es como nosotros » y a veces « ha visto, yo también puedo hablar francés si lo quiero »… para otro “qué es este francés, habla un francés de cateto, el conseil général me ha enviado en su casa para que hable como un cateto”.
Esta diferencia de idioma tiene su importancia si, por supuesto, no la tratamos considerando una buena y una mala manera de hablar, una lengua pura y una lengua empobrecida. Cito a Barbara Cassin : « siempre hay una relación entre los que dominan y el idioma que se habla más generalmente » p 50. No olvidemos que los griegos decían “barbaros” para llamar a los que no hablaban el mismo idioma. Con los jóvenes de Visa-Vie, no tenemos el mismo vocabulario, la mismo gramática aunque en general « nos entendamos », pero lo que me interesa sobretodo son los ritmos, las tonalidades, las maneras como el cuerpo esta modelado por la lengua y es importante tomar estas dimensiones en cuenta. Qué mundo dibuja la lengua de un niño cuyas primeras palabras en la guardería son « putas » o « cállate ». A propósito de estos jóvenes, Roland Léthier dice que tienen una «manera de hablar (a veces) « onomatopéica ».No hay ninguna frase construida o se ve inmediatamente destruida. Las expresiones como « me da igual», « cabrón », « vete a la mierda », « calavera », dan ejemplos de la violencia destructora que alcanza al cuerpo en sí y cualquiera relación socializada ». in La ruptura. Qué tipo de mundo estos tipos de lenguas/pensamientos dibujan?
« Para pasar de un idioma para el otro, debemos pasar de un mundo para el otro, hay que superar una brecha » p 29 B.Cassin.
Y ahí, con los jóvenes de Visa-Vie, la brecha es enorme y puede parecer a veces insuperable frente a los requisitos de lo social (dominante).
Aparte del idioma, tenemos algo común? O estamos en mundos o incluso planetas totalmente diferentes? Como llegar a que se encuentren entonces, porque tenemos que encontrarnos, coexistir « a pesar de todo »? Como abrir espacios que, a pesar de los requisitos sociales, no sean, o no solo sean espacios de integración y de manera más general espacios de normalización?
Esta pregunta, que compartimos desde hace años surjo a lo largo del tiempo, a partir de las dificultades muy concretas que nos planteaban sus “decires y haceres” en el marco de su acogida. Voy a destacar tres de ellas.
Pero antes, voy a presentar de manera muy breve para los que no conocen Visa-Vie, como se acoge a los jóvenes en el dispositivo Kairn.
Los jóvenes que se nos envía llegan en general después de numerosas colocaciones que llevaron a una ruptura de la atención, la mayoría del tiempo a causa de « violencias » o de comportamientos y actos cualificados como violentos y de una gran dificultad para vivir en un colectivo, para soportar a los demás, no solo el marco y las restricciones institucionales sino también los demás, sus pares. En Visa-Vie, un joven caminara con dos « thérapons », un terapeuta (psicólogo, psicoanalista) que responde las 24 horas del dia, que se encarga más de las cuestiones subjetivas, y el otro que se encarga más de las cuestiones de orden socio-administrativo. Cuando decimos “se encarga más”, indicamos que “compartimos las tareas o las funciones” de una manera que puede evolucionar para seguir como más cerca posible lo que pasa con un joven en un momento dado. El joven recibe dinero cada semana, tiene un alojamiento en un hotel o un apartamiento. En este marco, entonces, 3 puntos que llevaron a las cuestiones sobre lo común:
1.-Escasez de vivienda: cuando no hay un lugar donde pueden vivir, no porque faltemos de personas que quieren alojarlos, sino porque destruyen su habitación en el hotel o en el apartamiento, no solo degradándolo sino sobre todo a causa de relaciones insoportables con los vecinos. Son problemas que no entienden. No se dan cuenta para nada de lo que están haciendo. Son como « viajeros sin maletas, sin patria, sin itinerario, que desconocen tanto su estatuto de extranjero que nunca se sienten responsables, nunca insignificantes. »[2]F.Perrier. Si, más fundamentalmente, podemos ver, debajo de este problema de alojamiento, la cuestión de vivir en el mundo, en un mundo donde se puede vivir, vivir su vida, la cuestión de la relación con el Otro, los demás, teníamos problemas concretos que debíamos resolver en una ciudad donde no teníamos un montón de posibilidades para alojarlos, desalojarlos, alojarlos de nuevo siguiendo el ritmo de sus dificultades para « « vivir en situacion de buena vecindad » (clausula burguesa en Colmar). Empezamos a imaginar el alojamiento en campings o en contenedores o mobiles home en los campos, pero las dificultades seguían ahí.
2.El encuentro y el registro en las estructuras de integración, incluso cuando están adaptadas a los públicos en dificultad, como la mission locale, école de la 2ème chance… es difícil o incluso imposible. Primero « ahí solo hay perdidos de la vida » ; luego, cualquier curso supone aterrizar en algún momento en los bancos de « la escuela », escuchando al maestro… lo que es ciencia ficción para algunos de ellos – incluso si nos parece poco a nosotros. Finalmente, la demanda de estas instituciones, por muy flexible que sea, ya pesa demasiado para algunos de ellos: los encuentros se debaten como proyectos, una meta de venir regularmente a las citas, venir a la hora, hablar bien, llevarse bien con los demás, y beneficios diferidos (como cualquier aprendizaje) que ponen estos jóvenes que viven en el “presente inmediato” en una situación difícil.
3.Lo que llamé el principio de insumisión. Es la única cosa a la que algunos se someten, sin saberlo. « A mí, nadie me impone nada ». Ni el educador, ni el adulto, ni la policía, ni el juez. Rechazan cualquiera restricción, incluso la del cuerpo (salvo cuando el dolor es realmente demasiado intenso (dolor de muelas)). Como si rechazaran, para vivir o sobrevivir, toda interpelación como dice Althusser : « Estamos interpelados como sujetos ». Las interpelaciones policiales o judiciales no tienen cualquier efecto en la realidad. Sin embargo, que lo acepten o no, como lo escribe Didier Eribon : «En cada situación, la interpelación ya fue echada: llego antes que nosotros, nos constituye. Podríamos decir que todos somos y siempre “interpelados” y “convocados” por el orden social… la convocación no nos pregunta por nuestra opinión.». in Principes d’une pensée critique p95 et 100
Es posible vivir sin un mínimo de sumisión? Si no, a qué precio?
Como permitirles que dejen un poco ir su insumisión, sin ponerlos en peligro, sin que tengan la impresión de que han perdido, sin estar « arrodillados » « sin ser un capullos », sin que tengan la impresión de que han sido “jodidos, cagados, chingados…”.
Se puede entender esta insumisión no consciente que les somete como un rechazo, una resistencia, una protesta, un decir? Un decir, y no como un trastorno del comportamiento, una sociopatia, una patología narcisica o mental… Para mí, se trata de una de las condiciones para que puedan, quizás, empezar a estar presentes de otro modo. Pero de otra manera, que no sea necesariamente una normalización. También pasa por el hecho de que sus interlocutores no celebren cuando se tranquilizan, que no piensen que lo han logrado, han ganado, que las líneas por fin se mueven.
Pero, esta insumisión, no sería también una sumisión en un sitio que les da lo social? Niños de la protección de menores, niños con dificultades en sus familias, niños bajo custodia de la justicia, niños que no encajan: no son « producidos » desde y por la sociedad?
Donde localizarlos? Fuera de? En una o dos palabras? En margen? Excluidos? O dentro a pesar de todo? En función de la localización que se les da, las respuestas institucionales serán diferentes. Dimitri Kijek hablara de este punto topológico en su trabajo en psiquiatría de sector.
Fuera de lo común? Como si lo común fuera algo dado, ya presente, en el que nos sumergimos a nuestro pesar, o en el que habría que entrar. Entonces, podemos ver lo común como lo que tenemos en común, algo del pre-individuo… O como la construcción de un común, algo que construir, que inventar e inventar otra vez… una puesta en común… en estos casos, qué común construimos, específicamente en nuestras instituciones? Qué ponemos en común con quién ? Para qué? …
Estas preguntas entorno a lo común entran también en el ámbito de la filosofía: Bataille, Blanchot, Bailly… La comunidad inconfesable, la comunidad desobrada (que denega ir obrando) la comunidad enfrentada…Y más cerca de nosotros Agamben, Rancière, Ferrari, Esposito… Butler, Revel… Pero también en el espacio económico y político: para Pierre Dardot, y Ch Laval : lo común se impone como el nuevo principio del siglo 21 que puede poner en duda al neoliberalismo y la apropiación…
Judith Revel habla de lo común como de un nuevo universal que abarca « la construcción de este « común » de la comunidad de los hombres, es decir la reunión poderosa de sus diferencias como diferencias. A una política de lo común que sea también una ética de las diferencias. « El problema de lo común pasa por el reconocimiento de la manera como, hoy, las diferencias pueden componerse juntas a partir del reconocimiento, no desde lo que hace que son idénticas (porque no lo son) o complementarias (porque no son partes de una totalidad planteada en origen) sino de lo que, en un momento, de manera puntual, les articula juntas en una relación de fuerzas que les determina et de la que intentan salir. » Judith Revel, « Construire le commun : une ontologie », Rue Descartes 2010/1 (n° 67), p. 68-75.
Pero querer crear algo común, no es una locura? Pronto, lo común se transforma en un como un, del mismo, del grupo, de la unidad, de un dentro y un fuera, de la exclusión… Como-un, comunidad, entre sí, identidad o unidad nacional, consenso, todo esto nos recuerda la actualidad…
Entonces, qué podría ser un común que no sea masivo, encerrador, que no haya sido creado en la lógica del círculo cerrado, lógica esférica con un centro irradiante… lógica que lleva o está en paralelo con el binarismo que condiciona nuestro habitus de pensar y nos impide ir más adelante: fuera/dentro, pertenencia/falta de pertenencia, privado/publico, dominante/dominado, fuerte/débil…
Y como, a partir de la cuestión de lo común, podemos pensar lo social y/o vice-versa? Franck Fischbach nos hablara de ello.
A propósito de los jóvenes acogidos en Visa-Vie, no se puede – incluso si lo quisiéramos, pero nos ensenan que es contra productivo- intentar que encajen bajo la fuerza en lo social « dominante ». Al mismo tiempo, intentar que no quieran quedarse en margen, o no elijan la delincuencia como modo de vida (incluso si ya cometieron actos ilegales). Entonces, qué espacio ; qué zona, común ? compartida? Qué escena intermediaria, que espacio de transición? entre qué y qué ? …para abrir nuevas posibilidades de vida, nuevos procesos de subjetivación y singularidades cualquieras : « Qué sería de una comunidad sin supuestos, sin condiciones de pertenencia, sin identidad? Podríamos imaginar una comunidad formada por singularidades cualquieras, es decir perfectamente determinadas, pero sin que jamás un concepto o una característica pueda servirles de identidad?[3] ». Agamben
Hoy, nuestra meta en el trabajo que realizamos en Visa-Vie es que puedan quizás, no encontrar una salida (de qué ?), normalizarse, encajar « por su bien », sino tener una pequeña posibilidad de elegir, es decir poder elegir de seguir en el camino de manera menos miserable o destructora para ellos. Poder cuidar de ellos de otra manera, como lo dice de manera tan bonita Jean Allouch a propósito del análisis.
Poder elegir, significa, por ejemplo, poder decir « prefiero vivir en la calle, o ir de vez en cuando a la cárcel en vez de intentar seguir los requisitos sociales que no quiero o que pesan demasiado para mí », es poder decir « prefiero quedar o estar en prostitución en vez de trabajar », pero después de haber descubierto que podían hacer otra cosa. Mientras que ahí lo miserable queda como un destino, una condena, una consecuencia de su vida distorsionada, una imposibilidad de tener derecho a o de pasar a otra cosa.
Dejarles la posibilidad de elegir la calle, la cárcel en vez de insistir a que salgan de ello también significa que no tenemos nada que decir, que no tenemos ningún juicio que dar a propósito de lo que sería « una vida que merece ser vivida ».
Aceptar esta elección, soltar del lado de la integración y de la normalización, aceptar de no saber nada de lo que necesitarían, pero abrir posibilidades, con efectos de transformación, y transformar su mundo.
Para mí, uno de los modos para crear algo común con los jóvenes de Visa-Vie pasa por la cuestión de la frecuentación, del « estar con ».
JL Nancy escribe « el « con » se refiere ante todo a los objetos, considerando su contigüidad espacial o temporal como contingente. El “con” opone una heterogeneidad, una exterioridad, una aproximación. No se ordena siguiendo la lógica del uno, de la identidad, ni a la del vínculo, del uno al otro o por el otro. La contigüidad no es necesariamente explicita y comprensible mientras que las relaciones del vínculo social, político o religioso por ejemplo tienen un significado exacto dado por la copresencia. Si estoy en el autobús « con » una mujer sentada con un bebé sobre las rodillas, esto no significa necesariamente que haya una relación entre nosotros. Un “con” que no sea una relación. Copresencia sin significado particular. Pero de la cual, quizás, va a nacer una impresión que puede llevar a un contacto.
El «con » al principio puede ser sencillo, elemental: esta aquí, cerca de nosotros, y ya está. A este primero “con” sucede otro, que, a su vez, es un “con” pero que también lleva a primer plano el elemento y la función del « con ».
Primero, la yuxtaposición y la copresencia de los que están ahí, dados en su diversidad, nos dice JL Nancy; y luego el desorden de la primera yuxtaposición en beneficio de un conjunto de relaciones, contactos, devoluciones, brechas… ».
Los jóvenes que acogemos y también otros antes que encontré en otros lugares de trabajo, me ensenaron la necesidad de poder pensar las modalidades del estar con, o de presencia/impresencia tenue, discreta, casi evasiva, en punteados. De ahí el nombre de nuestro dispositivo: Kairn. De hecho, para algunos, la presencia permanente, masiva, es insoportable, como la palabra: la palabra que les va dirigida, sobretodo como una convocación, una advertencia, una llamada para que vuelvan al marco… o la que les pedimos que produzcan, cuando les pedimos que hablen, digan, elaboren, trabajen sobre ellos mismos o se justifiquen en momentos de « recuperación ». A veces, debemos ser capaces de “soltar sobre la palabra”. Estar con, solo estar con, sencillamente, sin pedir demasiado. Algo sencillo que, sin embargo, no es tan ingenuo como para creer que bastara para “arreglarlo todo”. Con, con « amabilidad », « amistad », « sinceridad » en el sentido de la parrésia, en una proximidad con espacios, un espacio que se adapta cada vez a lo que un joven puede soportar en un momento dado.
« Estar con » en una zona compartida que se debe inventar, construir juntos. Una zona impersonal… en la que ya no se sabe lo que viene del uno o del otro. En la que cada uno acepta, sin saberlo quizás (podrían fugarse o enviar el dispositivo al diablo) de verse transformado por el encuentro. Lo mismo ocurre en la historia de los deshollinadores que Lacan utiliza en 1962 como punto de método para el análisis. Cuando dos hombres se encuentran al salir de una chimenea, ambos tienen la cara sucia: en el marco de la experiencia analítica, los efectos del análisis afectan tanto al analista como al analizante. (cf Gloria Leff, Portrait de femmes en analyste, Epel 2009).
Último punto: la magia de Luis.
En un artículo no publicado, titulado: Les Stratégies de survie (las estrategias de sobrevivencia), Roland Léthier dibuja un paralelo entre las estrategias que los sobrevivientes de los campos de concentración crearon, y algunos jóvenes que encontraba en su trabajo en Télémythe, en Paris. « Una situación estragadora, que se trate de un abuso sexual o de una ruptura de relación incomprensible nos lleva a desarrollar estrategias de sobrevivencia. Una situación imposible de subjetivar construye las bases de un modo de vida caracterizado por la precariedad, los apuros, la calle, el robo, la droga, el suicidio, la fuga, el aborto. Para ilustrar esta postura de sobrevivencia de los jóvenes que nos envía la ASE después del fracaso de varios sistemas de atención, podemos utilizar esta extraña configuración que propone a veces el ordenador: los elementos de control están en gris, no se puede activarlos. Están allí, con su nombre, su función, pero la configuración es tal que estos elementos de control no funcionan. Quizás una primera reacción en las estrategias de sobrevivencia se pueda entender con este ejemplo: poner en gris la relación con el otro y con el ámbito social. Sentimos aquí la proximidad de postura con la sobrevivencia fabricada por los deportados de los campos.».
En Noviembre de 2013, después del seminario de Córdoba, una persona, que ya es una amiga, une sobreviviente de los campos de concentración de la dictadura argentina, vino para hablar conmigo porque había hecho vínculos con los jóvenes de los que estaba hablando, no realmente a propósito de las estrategias de sobrevivencia, sino en la cuestión del después : cómo cuidar ? permitir que la vida siga? Aliviar el dolor? O incluso anestesiarlo? Me hablo de Luis, el escultor, que, a partir de los textos que había escrito, había dado una imagen a sus textos con una estatua, una atalaya. La cito (con su consentimiento): « Las palabras se convirtieron en imagen otra vez. Pero esta vez, ya no chocaban en mi mente de sobreviviente, apareciendo e hiriéndome sin que las convocara yo…en contrario, magia del arte, estaban ahí expuestas, liberadas, para hacerse inofensivas, solo imágenes en la mente». Sigue. « Luis, el escultor, elige de compartir, de comprometerse, uno nunca sale igual, ileso de un encuentro con la maldad absoluta. El elige ayudar a « retornar como un guante » el dolor en amor. Y mejora un poco mi idea de la especie humana ». A propósito de la traducción que hice de sus textos para poder intercambiar con ella y plantear preguntas, me decía todavía esta primavera: «saber que estas traduciendo mis textos a 12 000 km, y que has aceptado de comprometerte y de entrar conmigo en los campos para ayudarme a salir de ellos, me ayuda a reunir los trozos todavía dispersos y a ir mejor. Y descanso».
Les hablo de esto porque, para mí, existe una posibilidad de « practica clínica » nueva, importante para los jóvenes que encuentro. Luis no le ha propuesto de hacer una estatua o de expresarse con la escultura. Se ha encargado de sus textos, de parte de su dolor, para hacerlo él, sin pedir nada. Ella dice que ha aceptado enfrentarse al horror. «Cada día, durante este trabajo, charlaba, reía, iba en bicicleta. Pero en su mirada, se podía leer el horror, como estas pesadillas que nunca acaban a pesar de la madrugada». Durante todo este tiempo, ella tuvo la oportunidad de descansar. Y él le hizo una restitución transformada por su propia mano. Le ayudo. Para algunos jóvenes, en ciertos momentos, me parece que es éste tipo de trabajo que debemos hacer, o que se trata del « método » a seguir. Aceptar de comprometerse, de atender, de tomar cargo del dolor, del trauma para cuidarlo, sin decir nada. Para que puedan liberarse, descansar e ir mejor, más ligeros. A veces, tengo la impresión de que funciona, que tiene efectos.
Finalmente, voy a concluir con un efecto que ya siento de esta reflexión sobre la cuestión de lo común, que me lleva a proponer algo: el sentido de nuestro trabajo, no sería el de un pasaje desde el « fuera de lo común » hacia las singularidades cualquieras. No con el pasaje de algo « excepcional » a un cualquiera, banal, a un cualquiera que desvalorice, a un sumergido en la masa e intercambiable, sino a uno entre los demás, ya no estigmatizado, clasificado, etiquetado, encerrado en una categoría social : ni siquiera la de joven « fuera de lo común » como les llame al principio de mi intervención. Jóvenes, simplemente, « cualquieras »: Jedermann, en el sentido de « el común de los mortales».